En el primer tercio del siglo XX existió en Córdoba una popular venta ubicada en un punto de la carretera del Brillante situado frente al camino que llevaba al Cañito Bazán (hoy Avenida de la Arruzafa), a la que iban famosos guitarristas y cantaores y en la que también había una escuela taurina.
Se llamaba la Venta de Vargas por el nombre de su dueño Antonio Vargas del Moral y a ella acudían en las cálidas tardes y noches del verano los cordobeses a refrescarse con un vaso de vino tinto con gaseosa, que pronto empezó a conocerse por el nombre de la venta: "¡Vámonos al Brillante a tomar un vargas!
También, el origen del nombre Vargas pudiera provenir de la petición de un Valdepeñas con Gaseosa, lo que acortando daría Val-gas, y por derivación la ele ha pasado a ser erre convirtiéndose el término en Vargas.
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